UN PLAN ESTRATEGICO PARA PUERTO RICO

Por Lcdo. Rolando Emmanuelli Jiménez, J.D., LL.M.
rolando@bufete-emmanuelli.com

En noviembre son las elecciones. El PPD intenta renacer como el ave fénix, el PNP está preparando un programa de gobierno republicano a la Bush-MCcain, el PIP, bien gracias, y el PPR, quién sabe. El denominador común de estas gestiones es que todos hablan de crear un Puerto Rico mejor.

Sin embargo, no nos dejan ver los detalles. Sólo charlan sobre mejorar la economía, bajar la criminalidad, disminuir el desempleo, resolver el problema colonial, mejorar el sistema de salud, etc. Ponen estas metas en un catálogo de promesas generales y vacías, que sólo son listas de deseos para incautos o ingenuos.

Lo que hace falta ya lo sabemos de memoria. Lo que los partidos no ofrecen es cómo lo vamos a lograr. Puerto Rico necesita un plan estratégico de acción si queremos salir del atolladero económico, político y social en que nos encontramos. Este plan debe partir de la evaluación sincera de nuestras fortalezas y debilidades, y determinar cuáles son las amenazas y oportunidades que se perciben en el horizonte. Los objetivos deseados son imposibles de cumplir si no se establecen las metas de medición, las estrategias, actividades, personas o entidades encargadas y el tiempo disponible para poner todo en marcha.

Un plan estratégico permite la discusión franca y ordenada sobre todas las variables pertinentes y concede la oportunidad de un análisis sereno sobre la situación de nuestro país. El que piense que en Puerto Rico no tenemos un problema grave de criminalidad que levante la mano. ¿Por qué tenemos este problema? ¿Cuáles son las causas? ¿Qué factores pueden atenderse para disminuir el problema? ¿Cómo los enfrentamos? ¿Cuáles son las estrategias y actividades? ¿En cuánto tiempo podemos ejecutarlas?

La confección de un plan estratégico ofrece la oportunidad de abordar de manera audaz propuestas inteligentes de acción que han caído en el ostracismo social por la oposición vociferante de pequeños y antidemocráticos sectores sociales. Por ejemplo: ¿Cómo podemos implantar un modelo de salud que centre su oferta de servicio en el paciente y que no permita el enriquecimiento de unos pocos a costa de la salud del pueblo. ¿Cómo podemos eliminar el tráfico ilegal de drogas? ¿Es la medicación la solución?

El candidato o partido político que haga un plan estratégico confiable podrá orientar todas sus acciones en función de los objetivos, aglutinar a sus funcionarios o huestes en una dirección positiva, y añadir la ventaja política de ir informando al pueblo sobre el cumplimiento de las diferentes etapas o metas. Por otro lado, fortalece el proceso democrático y la responsabilidad hacia los gobernados, porque el incumplimiento permite la fiscalización del pueblo o la oposición política, y por ende, ofrece la oportunidad de la acción o rectificación.

Es tan importante la estructuración del proceso de oferta de los partidos políticos que la Ley Electoral debiera requerir que los programas de gobierno se organicen como planes estratégicos. Qué van a decir los partidos en el plan, es su prerrogativa. Pero puede exigirse por ley una estructura formal que no afecte la sustancia de la libertad de expresión y política, para que el pueblo pueda estar informado de la calidad y viabilidad de los planes de los partidos.

Una vez se tenga el plan estratégico, es necesario voluntad política para actuar y ponerlo en marcha. Del dicho al hecho va un trecho. Ya hemos tenido suficiente sobre eso.

El autor es abogado notario, Presidente del Bufete Emmanuelli, C.S.P., pasado presidente de la Cámara de Comercio del Sur de Puerto Rico y anfitrión del programa Debido Proceso de Ley, que se transmite todos los sábados a las 11 de la mañana por WPAB 550 en el cuadrante de su radio. Para mayor información vea: http://www.bufete-emmanuelli.com